AELECOMUNICACION

Comunicación y notas.

martes, abril 11, 2006

Excluído.

El hombre huele mal.
A decir verdad, muy mal.
Su pierna izquierda está llena de escaras desde la pantorrilla hasta el tobillo.
Al menos alguien se apiadó de él los últimos días y le aplicó un vendaje limpio.
Sentado en el umbral de Godoy Cruz y Güemes, con una muleta grasosa pero resistente a su lado, ve pasar las horas desde hace años.
Enfrente, en el costado del gran portón de los ferrocarriles, tiene su asqueroso y confortable colchón, la pila de diarios, latas, botellas y pertenencias. Es su casa.
Hay días en que saluda amable, y otros grita en un terrible estado, mezcla de alcohol y resignación patológica.
No sé su nombre, pero cualquiera le cabe bien.
Sólo imaginar uno y bautizarlo.
Conoce a cada comerciante, servidor, vecino; y todos lo conocen a él.
Lo saludan, lo esquivan, lo alimentan, lo eluden...
Diez años desde que transité por primera vez estas calles, los mismos años de su intemperie desoladora. Tal vez más.
Políticas sociales que aparecen como infografías. Números de resultado, ecuaciones que no lo incluyen.
Un baño, una porción de comida. Un reparo ante la inclemencia de este tiempo, que pasa de largo ante este Argento.
Uno más de nosotros, en versión borde-del-abismo al que nos asomamos todos los días, hasta terminar sentados a su lado el día que nos invite sin tanta cordialidad.